jueves, 29 de septiembre de 2011

-Capítulo 1

            Era una fría mañana de otoño, Amanda estaba sentada en una vieja silla de madera al lado de la ventana. Tenía la mirada perdida  a través de los cristales; lo miraba todo pero no veía nada.

            Este hecho se había convertido en algo normal formando parte de la rutina de la joven después de la muerte de su querido abuelo. Amanda había sufrido mucho después de que éste falleciera ya que lo apreciaba muchísimo. Ahora sus bellos ojos castaños se sumían en la oscuridad de la tristeza contenida, pero no siempre resultaba fácil encerrarse en el silencio y, de vez en cuando algunas lágrimas cristalinas corrían por sus mejillas.

            Después de ese trágico día de verano en el que su abuelo la dejó, Amanda no había vuelto a ser la chica alegre que era, no había cambiado, según ella había realizado un proceso de metamorfosis debido a una etapa nueva de madurez, como los gusanos de seda. Pero esa no era la respuesta que esperaban sus padres, ni sus demás familiares, ni siquiera los numerosos psicólogos a los que le habían obligado a ir sus padres. No, ella no se había transformado; en pocas palabras, ella había muerto. Había muerto con su abuelo y con todos los recuerdos que tenía con él. Había asesinado su futuro, todo lo que le rodeaba, hasta su propia vida. Su infancia, solo eran restos de su existencia. Porque había vivido, pero solo hasta ese momento en el que las palabras del pesamen llevaban a sus oídos ahogándole, como se ahoga un niño que no sabe nadar en el mar, esas palabras le asfixiaban como se asfixia un pez fuera del agua.

            Desde ese momento Amanda tenía vida, pero ella no estaba viva. Un muerto no puede resurgir de las tinieblas donde se posa su cadáver, un muerto no puede trepar desde el infierno donde se abrasa para vivir, y los familiares que lloran por el fallecido no pueden esperar que el cuerpo de éste que reposa sobre una silla de segunda mano vuelva a la vida. Porque simplemente ya no puede. Todo es más fácil si dejas que todo vuele como el movimiento de una pluma al caer. Todo es más sencillo si desapareces con el viento. Todo es mejor si dejas que tu luz se apague como una estrella, solo esperando sentado hasta que realmente se acabe la pesadilla de la que no puedes despertar.

            Los familiares de Amanda deseaban con todas sus fuerzas que volviera a ser la niña que recordaban, con hoyuelos y las mejillas rosadas. Pero cada día que pasaba la esperanza se iba desvaneciendo poco a poco, al igual que Amanda, la esperanza se consumía como un cigarrillo que no es de nadie.

            Pese a todo la abuela de Amanda, Yanet (aunque Amanda la llamaba Yala que es la combinación de Yanet y abuela), no perdía jamás la fe en su nieta, ya que conoció, por desgracia, el dolor de perder a un ser amado, pues el abuelo de la chica era el marido de Yala.

4 comentarios:

  1. Heyyyyyyyyyyyyy, :)
    Aunque solo sea un trocito, creo que la gente la leerá y le gustará bastante, al igual que me ha pasado a mi, el primer capítulo (si lo puedo llamar así) a estado bastante bien, y tiene un buen principio, bastante original.
    Un beso muy grande; Shirley.
    Pd: Ya subirán los seguidores, yo también pasé por ahí.

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  2. Muchas gracias, la verdad es que ahora me siento mejor, menos nerviosa. Y aun que tengo miedo de que a la gente no le guste me consuelo al pensar que menos ha legado a alguien.
    1 besazo muy grande; Anónima :)

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  3. ¿Quién eres? O.O Escribes genial! Me encanta.. lo malo es que ya sea tarde, quiero leer un trocito más, pero mañana seguiré y comentaré...

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    1. Jaja, muchísimas gracias... Estaré esperando tus comentarios,además dentro de nada subiré más capítulos:)

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